Visma, el equipo que hoy es un referente en el mundo del ciclismo, tuvo un inicio complicado, marcado por caos, controversias y escándalos de dopaje. Entre 1996 y 2012, el equipo, conocido entonces como Rabobank, fue una de las formaciones más poderosas del pelotón, pero los escándalos de dopaje terminaron por destruir su reputación.
El equipo atravesó una larga etapa de transición después de que los escándalos pusieran fin a su era dorada, con múltiples cambios de patrocinadores hasta que Jumbo, junto con otros responsables, lograron transformar la estructura en lo que es hoy.
Uno de los ciclistas más emblemáticos de esta transición, Robert Gesink, recordó cómo el dopaje era una práctica común en aquellos años. Aunque él nunca consideró doparse, siempre estuvo consciente de la presión que existía: “Nunca consideré doparme porque mi entrenador, Louis Delahaye, simplemente dijo que no lo haríamos. Tenía una opinión muy clara y estoy orgulloso de como desarrollé mi carrera”, explicó Gesink, quien reconoció que sus sueños de grandes victorias parecían inalcanzables en ese contexto.
Hoy, Visma se presenta como un modelo de integridad y éxito, un reflejo de la ardua transformación de un equipo que, en sus inicios, estuvo marcado por la controversia y la lucha contra la corriente.