El velódromo de Bucaramanga vibra al ritmo del trompo, que conquista miradas y recuerdos en la final nacional de los IV Juegos Comunales. Veintiún jugadores de 14 departamentos danzan con precisión entre risas y aplausos, demostrando que la tradición también compite.
Entre ellos brilla Lucy Sapuyes, de Gualmatán, Nariño, quien se preparó desde junio y logró inspirar a niños y jóvenes de su municipio. “Estos juegos nos han unido como comunidad”, destaca.
Cada giro es más que deporte: es memoria viva, identidad y un puente que acerca generaciones en torno a una herencia que se niega a desaparecer.