El departamento de Boyacá se enfrenta a una crisis agrícola sin precedentes, con 62.700 hectáreas afectadas por las heladas provocadas por el fenómeno del Niño, según el reciente levantamiento de un censo realizado por la Secretaría de Agricultura de Boyacá. De este total, 1.700 hectáreas corresponden a explotación agrícola, mientras que 61.000 hectáreas han sido impactadas en el sector ganadero.
Fernando Portilla, director de Desarrollo Rural Integral de la Secretaría de Agricultura de Boyacá, brindó detalles sobre la magnitud de la crisis, indicando que hasta la fecha, al menos 77 municipios han reportado algún tipo de afectación debido a las bajas temperaturas. Las regiones más golpeadas se encuentran en los corredores de las provincias de Centro, Tundama, del Norte, de Neira, Gutiérrez, Sugamuxi, Márquez, Ricaurte, Occidente Bajo, Valderrama y Lengupá.
En el ámbito agrícola, los cultivos más perjudicados incluyen papa, maíz, cereales, leguminosas, hortalizas y frutales. La situación se agrava al afectar tanto la producción destinada al consumo local como la destinada a la comercialización en otros mercados. La pérdida de estos cultivos es un golpe significativo para la economía local y para los agricultores que dependen de estas cosechas para su sustento.
En el sector ganadero, las heladas han impactado negativamente en los pastos destinados al alimento de bovinos, caprinos y especies menores. La falta de pasto de calidad representa una amenaza directa para la salud y la productividad del ganado, lo que a su vez afectará la cadena alimentaria y la disponibilidad de productos lácteos y cárnicos en la región.
Ante esta crisis, las autoridades locales están movilizando esfuerzos para proporcionar ayuda a los agricultores afectados y mitigar los daños causados por las heladas. Se están evaluando medidas de emergencia y se busca la colaboración de instancias gubernamentales y organizaciones no gubernamentales para brindar apoyo financiero y logístico.
La situación en Boyacá es una llamada de atención sobre la vulnerabilidad de las comunidades agrícolas frente a fenómenos climáticos extremos. La necesidad de implementar medidas de adaptación y resiliencia en el sector agrícola se vuelve imperativa para garantizar la seguridad alimentaria y el bienestar de la población en el futuro.