Boyacá: De la sombra del conflicto armado a la luz de la esperanza
El departamento de Boyacá ha vivido un largo y doloroso calvario debido al conflicto armado que se prolongó desde 1958 hasta 2018. Según el Centro de Memoria Histórica, durante este periodo se registraron 4,114 víctimas, de las cuales 3,480 eran civiles. Este conflicto ha dejado 3,892 muertos, con una alarmante mayoría de 2,950 civiles entre ellos.
Puerto Boyacá es uno de los municipios más afectados, registrando el 26.1% de las víctimas y siendo el escenario de 511 desapariciones forzadas. La violencia ha sido una constante en los municipios más pobres y rezagados de Boyacá, exacerbando las dificultades socioeconómicas de la región.
Las estadísticas revelan la magnitud de la tragedia: 296 miembros de las fuerzas armadas del Estado murieron en enfrentamientos, junto con 41 civiles en los mismos eventos. Sin embargo, la mayoría de las víctimas fatales fueron civiles, destacando el enorme impacto que el conflicto ha tenido en la sociedad civil.
Chita, el segundo municipio más pobre de Boyacá según el indicador de necesidades básicas insatisfechas (NBI), también ha sido uno de los más afectados por el conflicto. Es el único municipio en el departamento donde se han manifestado todas las modalidades de violencia, desde enfrentamientos armados hasta desplazamientos forzados y minas antipersona.
La provincia de la Libertad, en el marco del Bicentenario, destaca por la grave afectación de municipios como Labranzagrande y Pajarito, que figuran entre los más afectados del departamento. Labranzagrande registra el mayor número de víctimas en acciones bélicas, mientras que Pajarito es el más afectado por minas antipersona.
El conflicto esmeraldífero añade otra capa de dolor en municipios como Otanche, Pauna y Muzo. Otanche reporta 51 desapariciones forzadas, Pauna 50 asesinatos selectivos, y Muzo 60 personas asesinadas en masacres, situándolos entre los lugares más violentos de Boyacá.
A pesar de este sombrío panorama, Boyacá se presenta como una región de esperanza. Reconocer y reflexionar sobre estas cifras es crucial para avanzar hacia la redención de estos pueblos rezagados. El Bicentenario es una oportunidad para saldar la deuda histórica con estos municipios y trabajar en su desarrollo y reconstrucción.
Boyacá no fue un paraíso durante estos años de conflicto, pero su historia y su gente representan una luz de esperanza. Con un compromiso firme y un enfoque en la reparación y el desarrollo, Boyacá puede transformar su pasado de dolor en un futuro de prosperidad y paz.